Día:
27 de noviembre de 2025
Obra:
"De noche, bajo
el puente de piedra". Autor:
Leo Perutz
“De
noche, bajo el puente de piedra”
(1953) es una novela del escritor austríaco de origen judío Leo
Perutz (1882-1957),
cuya formación matemática marca de manera notable su manera de
narrar. La obra reúne catorce relatos enlazados entre sí y situados
en
la Praga de los siglos XVI y principios del XVII. En ellos confluyen
dos mundos: la corte del emperador Rodolfo II y el gueto judío
gobernado por Mordejai
Meisl y el gran rabino Judah Loew. Combinando historia, misterio y
fantasía, la novela evoca un antiguo mundo
judaico, teñido de tradición, arcaísmo y misticismo. Praga se
convierte en un personaje más: en sus calles cobran vida personajes
secundarios y pintorescos, así como un intrincado entramado de
relaciones entre las distintas capas sociales, gremios y oficios,
donde aparecen también alquimistas, mendigos y artistas. Todos
conviven en un espacio atravesado por venganzas, profecías,
injusticias y traiciones. Perutz
expone, en la obra, la tensión constante de la época, entre
ciencia, magia y superstición, así como el peso del dinero y las
amenazas que se ciernen sobre la paz y la religión.
Relatos
como “Peste
en el barrio judío”,
“La
mesa del emperador”,
“El
coloquio de los perros”,
“La
zarabanda”,
“Enrique,
el del infierno”
y “El
tálero robado”
abordan
la epidemia en el gueto, la fragilidad humana ante la desgracia, la
culpa colectiva y las humillaciones sufridas por los judíos. La
novela retrata a Rodolfo II como un emperador excéntrico,
obsesionado con el arte, la astrología y la alquimia, más inclinado
hacia el ocultismo que al gobierno. Su consuelo son sus colecciones
de objetos maravillosos y los sueños en los que aparece Esther, la
esposa de Meisl. Aunque nunca se encuentran en la realidad, un
conjuro secreto permite que sus almas se unan durante el sueño. El
relato que da nombre al libro “De
noche, bajo el puente de piedra”
es de los más bellos y poéticos. En “El
pintor Brabanzio”,
Perutz ofrece una reflexión sobre el arte; en “La
estrella de Wallenstein”
aparece el gran matemático y astrónomo Johannes Kepler; y en “El
alquimista olvidado”
se
muestra el ascenso de Meisl
como
prestamista protegido del emperador y su asociación con el siniestro
mayordomo Philipp Lang.
El
tono se vuelve más sombrío en “Los
fieles del emperador”
y “La
vela consumida”:
la guerra, la pobreza y la enfermedad consumen al emperador y al
gueto. Esther muere, Rodolfo se hunde en la soledad, y Europa se
desgarra con la Guerra de los Treinta Años. Meisl, abatido por el
dolor, renuncia a todos sus bienes y los dona al gueto, frustrando
los planes del emperador de apropiarse de su herencia. En “El
ángel Asael”
se
revela finalmente el misterio: el rabino Loew había unido
mágicamente los destinos de Rodolfo y Esther para evitar la
expulsión de los judíos, plantando junto al puente de piedra, un
rosal y un romero. El gran rabino alteró con su magia y conjuros el
orden natural del mundo. Aquí se aprecia claramente la influencia de
la Cábala y del mito del Golem.
En
el “Epílogo”
final el narrador relata como, siglos después, su maestro Jakob
Meisl, descendiente del poderoso comerciante, le mostró el
testamento de Mordejai Meisl. Este descubrimiento, unido a la
demolición del antiguo gueto constituye el cierre de la novela. Las
historias que sobreviven bajo el puente de piedra, demuestran que el
tiempo no destruye aquello que fue verdaderamente humano.
Redacción de la reseña: Mª José García del Real