Obra: "Lo que queda de luz". Autor: Tessa Hadley
La autora británica Tessa Jane Hadley (Bristol 1956), admiradora de Alice Munro, publicó su primer libro con 46 años. En su novela "Lo que queda de luz" (2020), relata la vida de dos parejas de amigos inseparables desde hace treinta años y trata temas como: las emociones, las rupturas, las mentiras o los recuerdos, el exilio, la política o el sexo. La sexualidad y la atracción están muy presentes en la novela.
La acción se desarrolla en Londres en las décadas finales del siglo XX. La autora juega con el tiempo y traslada algunos capítulos al pasado. Los personajes principales de la novela son de edad madura, pertenecen a la clase británica acomodada, exclusiva y privilegiada, del mundo del arte, los viajes y el placer: Christine es una pintora introvertida, su marido Alex es profesor y poeta, Zachary es un rico galerista de arte, Lydia es su bella y frívola esposa. Viven en un entorno de un nivel cultural muy elevado y pasan mucho tiempo divagando en el salón de su casa, entre vinos y risas.
Los personajes femeninos Christine y Lydia, universitarias, feministas y, aunque tienen una cierta confianza en sí mismas, en su relación con los hombres mantienen una personalidad convencional. Las dos “habían renunciado a llevar las riendas de su vida”, demandan dependencia y protección, en este sentido, no eran distintas a sus madres. Hay una cierta diferencia con sus hijas, éstas son más independientes y tienen una mayor presencia en la esfera pública.
El círculo claustrofóbico se rompe tras la muerte repentina de Zachary, sus vidas se hunden y sienten que pierden su posición social. Christine reflexiona con Lydia sobre el futuro: “La sutileza y la ironía de los privilegiados llega a su fin”. Así, acorralados por la insatisfacción, surgen numerosas contradicciones, desequilibrios y autoengaños. Lydia estaba destrozada y sumida en el caos. Alex, que había arrasado con su buena educación y su falsa moral, descubre el renacer tardío de su sexualidad, "desde fuera, el sexo parecía un truco barato, pero a la hora de la verdad encendía el mundo. No se podía tener todo... Lo que lograbas por un lado, era siempre a cambio de otra cosa.”. La profunda amistad entre las dos mujeres es destruida por un hombre. Así cuando Alex se va a vivir con Lydia, acabará ocupando el lugar que siempre había ambicionado en la sociedad y Christine se queda con el corazón “silencioso, mudo y roto”.
Al final de la novela, Christine gana en madurez: “la soledad y el silencio habían empezado a ser placeres sensuales” para ella. Después de ver la última exposición de la galería, Christine queda decepcionada y percibe como se enfriaba el vínculo que tanto tiempo le había unido a Zachary “por haber pensado que aquellos cuadros o aquellos colores guardaban la menor relación con su obra”. Entonces abre la puerta de su estudio “ … ya había dibujado el primer trazo, ya había empezado algo”, ese brochazo inconsciente la inspira para confiar en su capacidad creadora y empezar sola con una nueva vida.
¿A dónde nos quiere llevar la autora? ¿A explorar las decisiones que hemos ido tomando conforme sentimos cierta insatisfacción? ¿A afianzar nuestro presente siempre a partir de nosotras mismas y sin mirar a los demás para que no nos mediaticen? En la sencillez del desarrollo de la novela, la autora nos lleva fácilmente al abismo de la introspección.
En definitiva, es una obra sencilla, bien construida demasiado predecible, con poco desarrollo de los personajes, con falta de cierta tensión, con un final abierto y que puede ser perfectamente llevada al teatro.
Redacción de la reseña: María José García del Real
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